(Mar 10:13-15) Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
¿Cómo son los niños? La pregunta es obligada porque el verso dice “recibir el reino de Dios como un niño”.
- ¡Entusiastas! Y vaya si lo son, todo lo atacan con alegría.
- Literales: no tienen ningún problema en creer la verdad.
- Confiados, pero no débiles.
- Dependientes de sus padres.
- Duermen en público sin sentir culpa alguna (y no son perezosos, ojo).
- Prueban límites, aceptan retos. Parecen aborrecer reglas pero de hecho las aman y preguntan por ellas.
- No ven las fallas como si fuera el fin del universo. Si caen, simplemente se levantan y vuelven a jugar.
- Hacen amistades a medida que surgen, sin pensar en estatus o su apellido o de quién se trata.
¡Oremos! Dios nos conceda esta clase de actitud, ser como niños de corazón pero no infantiles en la conducta, ser como niños en nuestros afectos pero maduros en fe.
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