Escuchar en vivo un concierto de Michel Camilo –compositor y pianista dominicano- es transportarse a otra dimensión. ¡Cómo ataca el piano! ¡Cómo brotan las notas! ¡Cómo cuida la armonía y el ritmo y la coherencia y la versatilidad de su inspiración!
Curiosamente, escuchar a Camilo nos hizo pensar en el apóstol Pablo.
Pablo cuidó con celo su profesión de fe, atacó todas y cada una de las manifestaciones humanas de maldad, mostró coherencia en su vida privada y pública tanto en palabras como en acciones, sus escritos profundos revelan una mente alerta y conocedora –pensante-, y vaya que gozó de inspiración bajo la unción del Espíritu.
¿Qué motiva a Camilo para componer y tocar música como lo hace? No lo sabemos. Pero sí conocemos la motivación de Pablo: dar gloria a Dios en todo. Porque de El y por El y para El son todas las cosas.
Como escribiera Robert M M’Cheyne: “si pudiera oír a Cristo orando por mí en la habitación contigua, no le tendría miedo ni a un millón de enemigos. Y sin embargo la distancia no hace diferencia. El está orando por mí”.
Pensemos esto. Hagamos nuestro –aprehendamos- este conocimiento y mostremos en nuestro diario vivir cuánto nos importa dar gloria a Dios como Pablo, cómo nos importa ser coherentes entre lo que decimos y hablamos y las acciones que ejecutamos, por qué nos importa vivir en la gracia dispensada a nuestro corazón por el mismo Dios que transformó a Pablo.
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