martes, 6 de octubre de 2009

2. El Hermano Lorenzo

CARTAS

No tengo otra voluntad que la de Dios. Intento seguirlo en todas las cosas. Estoy tan rendido a la voluntad de Dios por causa de Su amor que lo más que podría hacer contra Sus órdenes sería recoger alguna pajilla del suelo, si hubiera alguna otra razón que no fuera Su amor.


Pienso que la respuesta a nuestros problemas es que debemos confesar nuestras fallas y humillarnos ante Dios. Permanecer ante Dios como pobres, mudos paralíticos a la puerta de un hombre rico. Luchemos por estar atentos en la presencia de Dios.


Por esto confieso todos mis pecados a Dios. Pido Su perdón, y abandono mi ser en Sus manos para que haga conmigo como desee.


Acostúmbrate al sufrimiento. Pide a Dios fortaleza para sufrir como El quiere, por tanto tiempo como El juzgue necesario.


No hay mejor estilo de vida ni mayor felicidad que la de tener una conversación continua con Dios.


Sé esto: Dios cuida de mí. Mi tranquilidad es tan grande que no tengo temor de nada. ¿Qué podría temer cuando estoy con El? Me agarro de Dios con todas mis fuerzas.


Un pequeño levantar del corazón es suficiente. Haz esto incluso cuando estés ocupado porque reflexiones breves sobre Dios, actos internos de adoración -por muy cortas que estas oraciones puedan ser- agradan a Dios.


Hemos de trabajar con fidelidad, sin ansiedad, gentilmente trayendo nuestras mentes de vuelta a Dios siempre que nos encontremos distraídos.


Podemos hacer una capilla de nuestro corazón adonde nos retiramos algunas veces para conversar con Dios. Todo el mundo puede tener estas conversaciones familiares con Dios. El conoce lo que podemos hacer. ¿Por qué no intentarlo? Quizás El solo busca la intención correcta de nuestra parte. Ten valor. La vida es corta.


Piensa en Dios durante todo el día, en cada actividad, aún cuando descanses. El siempre está cerca. No lo dejes solo. ¿Acaso no sería rudo ignorar a un amigo que te visita? ¿Por qué abandonar a Dios y dejarlo solo? No te olvides de Dios. Piensa en El a menudo, adórale incesantemente, vive y muere con El.


Nuestro Dios es infinitamente bueno y sabe lo que necesitamos.


Pon pues tu mano en el arado.


Compilación de Carmen Acevedo Butcher, profesora asociada de Inglés y escolar residente del Colegio Shorter en Roma, Georgia.

http://www.christianitytoday.com/ch/thepastinthepresent/classicfaithformoderntimes/thelimpingunceasingprayingbrotherlawrence.html

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