Por supuesto, está bien el querer que la iglesia crezca, desear ver personas ser salvas, proveer oportunidades para edificación mutua, y tener la expectativa de que la gente se encontrará con el Dios viviente de maneras evidenciables cuando nos reunamos. No obstante, queremos hacer todas esas cosas para que más y más personas sean capaces de ver la suprema grandeza y gloria de Jesucristo.
En fin, es una dicotomía falsa el preguntar si las reuniones son para Dios o para nosotros. Ellas en su fin son para Dios, ellas son para nosotros en su efecto. Sin embargo, cuando estamos hablando sobre los máximos propósitos, no hay duda. Todo lo que hacemos, lo hacemos para que la gloria de Dios pueda ser vista, magnificada, y apreciada. Si, pues, coméis, bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. (1Cor. 10:31) Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. (Col. 3:17) Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos de. Amén. (Romanos 11:36)
El ministerio personal existe porque la gente no honra a Dios por Su poder y compasión. La iglesia necesita crecer para que más personas puedan honrar y amar a Dios por Su misericordia, gracia y verdad. Queremos que las personas tengan un encuentro con la presencia activa del Espíritu de Dios para que ellas lo valoren por encima de toda experiencia, sentido, o sensación. Nosotros queremos que todo cristiano conozca el amor inmutable de Dios expresado en la muerte sustitutiva de nuestro Salvador es mejor que la vida misma.
Entonces, la gloria de Dios es el fin de nuestra adoración, y no simplemente un medio para otra cosa. En el medio de una cultura que glorifica nuestros penosos logros en formas incontables, nos reunimos cada semana para proclamar las maravillosas obras y la gloria de Dios en su valor supremo. El es "santo, santo, santo." No hay nadie, ni nada, como el Señor. Si tú eres un líder en la casa de Dios, recuerda que a fin de cuentas ningún bien puede salir de fijar los ojos de la gente en cualquier cosa más grande que el mismo Salvador. El Cordero es Aquel a quien estaremos exaltando por encima de todo lo demás por toda la eternidad. Lo correcto que lo exaltemos a El sobre todo lo demás ahora mismo.
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