Escribimos que fuera bueno hacer una lista de cosas a desarrollar en nuestra vida y compararla con la que presenta el Señor. ¿Incluye tu lista pobreza de espíritu, humildad, hambre y sed de justicia, misericordia, pureza de corazón, espíritu pacificador, disposición de ser perseguido por causa del Señor? ¿O quizás pienses que la verdadera bendición se halla en cualquier otra parte?
Nuestro Señor establece que cualquier otra supuesta bendición es un espejismo en el desierto. La única forma de vida que Dios bendice es la guiada o marcada por sus valores. El pueblo cristiano es muy variado y diverso en personalidad, intereses, contexto social, capacidad intelectual, destrezas físicas, etc. ¡Cuán diferentes somos unos de otros!
Y sin embargo, de acuerdo al NT, pertenecemos a la misma familia y tenemos las mismas características básicas familiares. Éstas son las bienaventuranzas.
A menudo nos sorprende y deleita encontrar hombres y mujeres –cristianos- admirados y respetados por su servicio y ministerio. Muy distintos unos de otros, pero cuyas personalidades expresan el sello básico característico de la familia de Cristo. ¿Cómo puede ser así? Esto es posible porque el mismo Cristo que transforma al creyente a su semejanza, lo hace sin abolir su identidad individual, usted sigue siendo usted pero ahora en Cristo. ¡Y esto es bendición en abundancia!
Las tres primeras bienaventuranzas describen al creyente como alguien pobre en espíritu, que se duele y es humilde. Hay un elemento común aquí. Es reconocer que lo que somos delante de Dios, es lo que realmente somos. Ni más, ni menos.
Solo alguien pobre en espíritu, que se duele y es humilde, pertenece al Reino de Dios y recibe el estímulo y la comodidad de su gracia.
Solo alguien así puede transformar su duelo en danza: Tú has cambiado mi lamento en danza; has desatado mi cilicio y me has ceñido de alegría (Salmo 30:11).
Solo alguien así puede entrar y permanecer en la realidad de la tierra prometida otorgada a Abraham (una tipología de Cristo y su autoridad sobre todas las naciones).
THE SERMON ON THE MOUNT. Kingdom life in a fallen world. S.B. Ferguson.
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